jueves, 14 de abril de 2016

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Sólo admitiría su nombre
junto al otro nombre pronunciado a diario.
Siempre que se topa con mi retorno
deja de escribir,
mi ausencia le sienta bien
para esos planes dramáticos,
son placenteros los anhelos, aunque nunca ocurran
si transcurren los años
un sutil desvanecimiento se forma
más tarde que temprano
como gusta la madrugada que aparece tan deprisa
sin dejarnos dormir,
más tarde que temprano
parece el instante en que ya nadie quiere volver
y es otra vida lo que nos haya pasado
el pegamento es como un sueño
que me junta en versos poco sonoros
poco atractivos para los optimistas,
como este otoño, que prepara a un invierno más frío
poco fino y de tanto aliento
eucalipto y cafeína
lo olvidado y renovado
lo nada apetecible de antes
hoy es sabroso, a pesar de las sensaciones pasadas
todo es nuevo, para mí.
El disfrute de cosas heladas, cercanas y ambiciosas.
También dejo de escribir
pero no por alguien y no para mí
...por las cosas, las cosas que no son llamadas cosas,
ni personas, las cosas pasando tan fuerte
que me gusta este otoño, sin esperar primaveras
si la primavera siempre está,
el miedo ya no es traicionero
la esperanza, al azar, sin riendas, lo es.