Certeros mis presagios de vida y más los de muerte,
de comienzos profundos sin nada que lo asegure
y de finales repentinos que a veces he acelerado.
Cada presagio intenso desde que se forma, inevitable,
rodea lo encubierto, sin salida, degradable.
No tengo que fingir sorpresa
cada vez que acierto en mi destino
o que sospecho intenciones,
pero no debo fiarme de acertar en números
juegos o cosas banales
lo mundano tiene un roce que no me toca
aparenta facilidad, pero es ficción.
Mi olfato se enciende con la luz o la oscuridad,
mi oído siente a tu mente, repasando la jornada;
la mentira y la emoción.
Cuando atraje el asalto,
la señal era de más amor
de menos autodestrucción.
No tengo que mirar a los ojos para decirte que lo siento
en mi pensamiento se formará la verdad
llegará descontrolada, lista para armar.
Aceptar las mentiras a medias
ver la verdad media llena.
