domingo, 29 de agosto de 2010

Los ruidos


Sospechaba los ruidos.


Pobre, tú, tan sensible
¡Qué no ladren los perros!
Por ti, aunque, también por mí,
por respeto a tus oídos,
tu sonrisa y pureza.
Yo puedo taparme las orejas,
fingir tranquilidad,
arrancarme los ojos y soñar.
Desde que te esperaba
ya practicaba las muecas.
No harás falsedad, eres genuino.
Ellos, dolorosamente ciegos,
sordos y equívocos.

(Tal vez, sólo sea por mí)