La mirada que te inventa
que te invade las venas
que te envía un signo
de fuego y solar
invitándote al once, a la once,
a las once, hora de amanecerse
en la alineación de algún astro
en el amor que se encuentra sin rastros
con arterias de sangre tirando a unir,
barriendo las veredas
de mis ventanas frontales,
ventanas de cortinas florales,
grandes, de blanco observar
de blanco imaginar
tan quietas que lagrimean
sólo de felicidad.
Metafóricamente
sería como un gato...
como mi gato tan serio
expresando el amor
a través del vibrante pecho sonoro
a través de la lengua y el selectivo parpadeo.