martes, 19 de febrero de 2013

Maravillas del sol


Hice mis mejores amores poéticos
en unión con lo maravilloso y lo extraño.
Hice mis mejores visiones
desde que supe como componer una novela íntima
en lo profundo de un cuarto de huésped
alojado en la inmadurez palpitante de mi corazón.
Un cuarto, habitado por pasajeros, menguantes,
impermanentes visitantes. 
Repartidos en millones de ocupaciones
inversas a mi universo.
Hice los mejores arreglos florales para la mesita de noche,
de aquella habitación.
Pero todos se dormían
y ninguno se detenía,
no miraban los girasoles.
Muchos arrendaron mi espacio
para finalmente desaparecer.
La noche fue silenciada,
las ventanas muy cerradas,
la puerta discreta decía "clausurada"
bloqueada por tanto viaje entre beso y beso.
Un Silenciado, amor, se quedó a soñar y vivir
en mi hábitat de cálidos colores de flores.
Un día vi que él veía las maravillas 
vivas en el florero.
Se quedó,
desbloqueó la entrada,
abrió las cortinas y las ventanas
le dio paso a su sol,
para cuidar los arreglos que formo para que se sienta en casa.