sábado, 2 de julio de 2011

Sombra



Siguen los demonios
los rastrojos de mi sombra,
la sobra de la pasión
que engulle para no ser,
para sí ser lo que no,
como mandando señales
de hierro, pseudo serpenteantes.
Mi cuerpo en movimiento
es de antiguas eras,
mi cabello rizado
es atemporal,
y ya en otras épocas
danzaba, ondeante,
en ruinas, de velo o elegante
vibrando desde mi espíritu.
Mas la serpiente siempre has sido tú,
no desde el torso,
ni los dedos, ni los hombros,
sólo en esa miniatura
donde posas las cejas
hasta tu lengua embustera
que no decifra técnicas.
Y en otras épocas ya te condenabas
al deseo de ser un tanto yo.

Un poco de mí para tus acciones robadas.