Iba a la salida, pero retrocedí
a encontrarlo sin que supiera
para que me viera por casualidad
con la excusa dulce de probar el azúcar.
Probé su abrazo en extensa concentración,
uno por veintiún
uno por tantos sin aprovechar
uno en veintidós
esperando uno desde un veinte.
Soy una dama de sueños ya vividos,
ahora, señorita encantada por mares plateados
que renueva el exilio lunar,
mas se queda con el principio
del mismo escenario de siempre,
el piso once de una escalera que no toca la nieve,
descartada de la promesa tropical cordillerana
atrapada maravillosamente en una romanza
creada a la par
con aquel invitándome a danzar
por una misión onírica.
1 comentario:
Que bellas palabras.
Esa forma de enlazar el amor con una suerte de eterno retorno temporal. Al leer, tenía una vertiginosa sensación de saltos entre el pasado y el presente. Y esa mención, un tanto arcana, a las veintenas, entrega a los versos un velo algo misterioso. Hermosa composición, Ema :).
Publicar un comentario