Me hizo una trenza,
ocupó todo mi pelo,
luego la desarmó
como se desarman los juguetes siendo niño,
sin pedir perdón, sin pedir permiso
me soltó, me besó y me volvió a soltar
para irse a casa con su soledad decidida
como la mayoría de los pasajeros
que me han acompañado en la estación.
Has de saber que los oculto
y los cultivo como a un culto,
orando culposa esos recuerdos.
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