Tremendos remolinos sanguinarios,
latiendo como truenos,
aguarda la explosión.
Un fósil del renacimiento,
una gota de revolución,
me tienta el escape,
mudo y sin consuelo,
sacudiendo las lágrimas
con un giro y mi velo.
De la estirpe del rubor.
Aprendiz del equilibrio,
con la columna corrompida.
Ayer correré de ese sitio,
hacia acá donde mañana estoy.
1 comentario:
Hmmm, el sabor que me ha dejado tu poema es inigualable. El final deberá ser lo más comentado, Brillante! es sencillamente espectacular.
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