jueves, 19 de noviembre de 2009

El vestido obligado


Entre un abril y un febrero pasan dos años..
las mañanas de principiante
las lunas de aprender
el verano fue un amante
que enseñó a beber piel.

En dieciséis se aprende un arte
los peinados de almohadas
se obliga a fingir un ropaje
las mejillas son ruborizadas.

Y convencí, al parecer
"Los años sólo son ósculos..
somos tan jóvenes para saber...."
que el amanecer se siente entre muslos
¡Somos tan ingenuos para entender!...


Pero percíbanme como quieren..
viviendo todavía en el edén,
durmiendo muy abrigada
soñando como un hada..
sin conocer estrellas,
y sin conocer amanecer.

3 comentarios:

Gustavo Calderón dijo...

Hola Emma, un enorme placer, venir, y que vayas, a veces viceversa, (que no es lo mismo, pero es igual (S.R.)). Un Poema aparentemente joven (juvenil) pero con una fijeza que lo sostiene en el umbral de un reclamo maduro, provincia de la vida, un grito que se anima a trascender, y entregar su mensaje a los que queramos tomarlo y entenderlo, y también a aquellos que no lo quieran. Un beso.

Anónimo dijo...

El vestido obligado que vi venir entre un millon de gente que no calzaba conmigo. El vestido obligado que obligadamente debia retirarse al dormir, despues era la sonrisa obligada, los cariños obligados... cerrar parpados y cambiar de canal; encontrarnos de nuevo pero en otro contexto. A la mañana, ella abrigada entre lo que son sus ropas; apoyada en lo que es su almohada. Pero tan suya como de él. Y él tan de si mismo como de ella; y ella tan de si misma como de él.

emilio dijo...

Bonito poema lleno de ternura juvenil con un futuro no tan lejano y digno de esperar su llegada. Por desgracia la ingenuidad acaba.

Saludos.