Los temas duran años
conservándose frescos
aparentando plasmar y sacar
todo el dolor como gritos sonantes
para acabar con los tránsitos
que se resisten a llegar al fin
porque hay memoria insistente
de la que no cabe en mitos,
ni en metas por realizar
memoria fantasiosa que añora lo que piensa que fue tan hermoso
como el imaginario romántico quiere,
ni tan horrendo, como pretendo pensar.
De seguro hay canciones
desobedeciendo olvidar
cursando la marcha
en rebeldía, recordando
como campaña de percusiones.
Fuerzas mentales para tocar
y dejar vibrando a una cuerda.
Punzante desarrollo
en desacuerdo olvidado.
Temía a la pérdida
y quedé perdida,
temía escondida
y me quedé como espía.
La dulzura de una letra
no se prueba con la boca.
Tengo a la vista murmurando
y mi oído cantando,
las manos no suenan con voz
los ojos sueñan con vos,
los dedos van al son.
Sonido en movimiento
ensordecedor
anota notar
la nota
que no va
por lenta,
sin tinta,
por tonta.
No nota.
Adivina,
no era borra de café,
era té,
no acierto en vigilia,
no estoy destinada...
no es hora del día,
para beber cafeína.
En tazas voy servida
a contenerme cálida,
pero me dejan fría
por sentada
sentida,
la dulzura no basta
la amargura es invitada.
Vivir sin mí, es fácil
siempre se tiene agua hervida
un jarro y decisiones
unilaterales
donde me disuelvo
y siempre consiento,
tibia,
revuelta.
Agua turbia,
humo de medio día
o media noche
su mejor compañía.
Secándome al sol...
sol que no prende.
